viernes, 5 de octubre de 2018

LA PARADOJA DE AMAR A UN PRÓJIMO QUE TE RECHAZA

El mundo judío es a menudo conceptualizado como algo impermeable y herméticamente cerrado al elemento externo. Esta percepción, si bien no refleja al 100% la realidad, tampoco choca con ella, pues pese a la existencia de una minoría judía que intenta abrirse, lo cierto es que la tendencia dominante ha sido siempre la opuesta.

El sufrimiento del pueblo judío a lo largo de la Historia ha sido tan continuo, que bien parece ya algo inherente a él. Es complicado encontrar en la Historia otro ejemplo de pueblo tan odiado y perseguido, lo cual motiva y alimenta esa gran desconfianza judía hacia el elemento externo.

No obstante, esta relación causa/efecto no está siempre tan claramente definida. Me explico. A menudo me parece que en la sociedad israelí moderna, esa maraña de religión-laicismo-tradicionalismo-secularidad-Historia-hechos-sentimientos-etc., enreda las cosas y allana el terreno para que se imponga la tendencia exclusivista incluso entre algunos laicos, de manera más o menos consciente.

Estamos en 2018, año 5779 del calendario judío. Hoy en día, no sólo todo el mundo no odia al pueblo judío, sino que hay mucha gente que lo admira e incluso se siente parte de él de alguna manera. Sin embargo, esa gente suele recibir de la mayoría de judíos, poco más que un tibio agradecimiento. Algo así como “Bueno... Pues... Gracias por tu solidaridad, pero... No sé muy bien qué pretendes. Tu solidaridad no te hace como yo”.

Y si hablamos concretamente de la mayoría de autoridades religiosas judías, esta desconfianza se materializa en un claro rechazo. Un rechazo con la mano izquierda... y también con la derecha. Es penoso que ciertos rabinos actúen como si se creyeran profetas, enviados de Dios, gestores del cumplimiento de la voluntad divina en la tierra.

Puedo entender las causas de la desconfianza del pueblo judío hacia lo no-judío, pero lo siento, me puede la racionalidad. Nunca dejará de parecerme ridículo que para muchos judíos, el rechazo sea una consigna, máxime si para preservar el elemento judío hay que incumplir lo más básico de la Torá, “Ama al prójimo como a ti mismo”. Pues a no ser que yo esté equivocado y ese prójimo al que se refiere la frase sea exclusivamente judío, creo entender que la palabra prójimo no excluye a aquellos que no fuimos circuncidados a los ocho días de nacer.

Repito: puedo comprender las causas que llevan al pueblo judío a no bajar la guardia en el control de la frontera entre su mundo y el de los otros. Pero denegar la aliyá a judíos que la solicitan... Empujar a ciertos judíos israelíes a casarse en Chipre al impedirles hacerlo bajo jupá por motivos absurdos... Establecer cientos de obstáculos, trabas, barreras y cortapisas a todo gentil decidido a convertirse al judaísmo... Por favor... En algún momento alguien debe darse cuenta de que este funcionamiento no puede ser muy positivo para Israel, pues con ello se está echando a perder algo importante. Básicamente y recordando para la ocasión las palabras que una vez me dijo un rabino, "hay mucha gente dentro del pueblo de Israel que debería salir y otra mucha fuera que debería entrar en él", se está perdiendo la valiosa entrega de una gente nacida goy, que se siente parte de ese pueblo, que ama Israel más que muchos judíos y que estaría dispuesta a defender esa tierra con su vida cuando fuera preciso.

¿Qué es, por contra, lo que se obtiene con el rechazo? Pues habrá de todo, pero el rechazo nunca es plato de buen gusto para nadie. Habrá quien no se desanime y siga intentándolo, habrá quien contemple hundido cómo se desmorona su castillo de naipes, habrá hasta quien se monte su propia vida judía al margen de la ortodoxia. Y muy probablemente, habrá quien no pueda soportar la rabia de ser rechazado y acabe odiando absolutamente todo lo judío. La pregunta, queridos judíos, es: ¿merece la pena intentar evitar esto último?

miércoles, 19 de agosto de 2015

EL ANTEPENÚLTIMO ESCENARIO

Hay veces en las que uno no sabe ni cómo empezar un post. Esta es una de ellas. Cuando la ponzoña ya está tan instalada en la oscura sociedad en la que vivimos y la sensación de asco llega a niveles tan altos, es decir, justo cuando más motivos tendría para hacer esto, me encuentro con que me cuesta sentarme frente al ordenador y gritar justicia. Quizá me esté haciendo viejo. Apenas recuerdo ya si alguna vez sentí que mi denuncia servía para algo. Intuyo que sí, que debí sentirlo, pero el hecho es que ahora no es así.

No, hace tiempo que estoy convencido de que “no podemos” y de que lo único que consigo haciendo esto es alimentar mi rabia. Por eso no escribo aquí a diario, ni semanalmente, ni siquiera mensualmente, intentando desmontar falsas ideas o informaciones judeófobas. Bueno, por eso... Y también por la ingratitud de la práctica totalidad de judíos a los que defiendo, dicho sea de paso. He aquí dos motivos de peso. De hecho, ¿por qué estoy escribiendo esto ahora?


El cantante estadounidense de confesión judía Matisyahu, ha visto este verano como su actuación en el festival Rototom de Benicàssim, era cancelada por la organización, fruto de la asfixiante presión de ese demoníaco instrumento llamado BDS, que pretendía obligar al artista a firmar una diatriba anti-israelí de condena al Estado Judío por el conflicto con los palestinos. La negativa del artista alegando el carácter totalmente despolitizado de su música, le ha valido su expulsión del festival. Izquierda Unida y Podemos han aplaudido la medida catalogándola de “coherente”, mientras que la prensa ha debatido mucho sobre la conveniencia de firmar esa diatriba, dado que Matisyahu ha sido el único artista al que se le ha puesto alguna condición para poder actuar. Pues da la casualidad de que a ese festival acuden también artistas de confesión musulmana o de origen venezolano. Y que yo sepa, tanto en Venezuela como sobretodo en los países árabes o de mayoría musulmana, no pasa un sólo minuto sin que se vulneren, cuando no se violen salvaje y atrozmente los derechos humanos. ¿Se imagina alguien a la organización del festival obligando a esos artistas a posicionarse públicamente en contra de todo ello como condición sine qua non para poder actuar? Obviamente no. De hecho no ha sucedido.


Así que, ¿por qué escribo de nuevo en este blog? Pues porque hay algo que me asusta, la verdad. Subrepticia o explícitamente, siempre he percibido antisemitismo en nuestra sociedad, pero esta vez hay algo diferente, algo muy fuerte, oscuro y peligroso. Se trata del hecho de comprobar que la sociedad acepta como normal todo esto. Es decir, que la sociedad ve normalidad en que por ser de religión judía aunque no sea ni israelí, una persona tenga que sufrir tácticas o interrogatorios propios de la Inquisición, si quiere sencillamente “seguir circulando”. Sí, así es. La sociedad tiene tan interiorizado que los judíos son los malos de esta película llamada “Historia de la Humanidad”, que ve normal que se practiquen estas formas de nazismo con ellos. Sí, NAZISMO. Pues de eso va la cosa en definitiva, de no tolerar la existencia de un determinado grupo humano, de no concederle lugar ni libertad. A este paso, a no mucho tardar estaremos en otro escenario peor, ese en el que lo que la sociedad acepta como normal es volver a obligar a los judíos a identificarse con la palabra “Jude” encerrada en un parche de tela amarilla con forma de estrella de David.


El escenario que sucedería a éste penúltimo, ya sabemos cuál es: el último de todos, el Holocausto, ese escenario que aquella moderna sociedad alemana de las primeras décadas del siglo XX percibió como absolutamente normal.


martes, 25 de noviembre de 2014

LA HIDRA EN EL ESPEJO

Algunos asistimos atónitos al festival de violencia declarado en Jerusalén desde hace unas semanas por no se sabe qué fuerza maligna y que encuentra en los ciudadanos de a pie, en los niños, en los jóvenes, en las señoras y en los ancianos de cualquier edad y condición, a las víctimas propiciatorias de sus repulsivos actos.

Occidente no se entera. Sus telediarios siguen mostrando imágenes de terremotos en Asia, de violencia sectaria en Latinoamérica o de entregados deportistas ganando mundiales de Fórmula Uno. Occidente mira para otro lado. Lo cual no es sorprendente, pero plantea la duda de por qué lo hace justo ahora. Tiempo atrás, al público le encantaba un telenoticias que empezase con el “conflicto de Oriente Medio”. Estaba bien visto dolerse de los palestinos de vez en cuando, verlos tirando piedras a un ejército malvado y armado hasta los dientes, y seguir degustando la comida de mediodía con la familia, entre comentarios de cómo yo, Fulanito de Tal, solucionaría esta guerra a intervalos.

En estos momentos, el velo de silencio inquieta, porque no se entiende. ¿Es geoestrategia auspiciada por la administración Obama? ¿Es desinterés? ¿Es, quizás, hasta difícil, encontrar en Israel la “culpa boomerang” que hace que lobos solitarios palestinos con ideología fanática arremetan contra carritos de bebés que esperan el autobús junto a sus padres? No creemos, ni por un instante, que no se pueda buscar algún “botón de muestra” para darle la vuelta a la tortilla y culpar al “estado sionista” de nuevo. Entonces, ¿qué pasa? Europa es muy capaz de esas minucias. Sin embargo, no le duelen prendas para proclamar el estado palestino unilateralmente, el día en que en Israel se produce el peor atentando terrorista en años, nada menos que en una sinagoga y entre personas que rezaban.

Probablemente, se trate de que, si no hay una guerra instalada, no merece la pena volver a empezar con las acusaciones. Ya hubo bastante este verano. El público está aburrido. Tampoco hay interés en encontrar la piedrecita palestina en la infame masa de combatientes del Estado Islámico. Cuanto menos se escarbe, mejor.

Mientras tanto, observamos atónitos cómo una hidra, un monstruo ctónico antiguo, de las mitologías griegas más pretéritas, emerge de las profundidades de la sociedad israelí, para devorar cuanto encuentra a su paso: ciudadanos de a pie, personas que van a trabajar o a estudiar, seres humanos inocentes, que esperan un autobús para cumplir con sus obligaciones cotidianas.

Heracles, en sus Doce Trabajos, comenzó por descabezar a la Hidra de Lerna, pero cada vez surgía una nueva cabeza que sustituía a la anterior, en una sucesión monstruosa y descorazonadora. Al filo de la extenuación y pensando no poder cumplir con la tarea encomendada por el rey Euristeo, su sobrino Yolao dio con la solución, dicen que inspirado por Atenea: cauterizar cada descabezamiento, evitando así que volviera a surgir la siguiente cabeza del monstruo.

Israel ya lucha denodadamente contra la hidra, aunque Yolao no termina de llegar con la solución. Socialmente resulta casi imposible cauterizar cada nuevo descabezamiento, porque la hidra emerge del mismo seno de esa sociedad a la que hiere. Occidente mira para otro lado. Mientras, la hidra se refleja en el espejo de una Europa colonizada ya por el mismo cáncer de la minoría fanática, que todavía no se ha materializado en terrores selectivos. Muchos tememos que pronto lo haga.

Cuando algo se mueve en Israel, hay una sacudida leve, pero generalizada. Es como si se moviera el centro de la Tierra.

domingo, 31 de agosto de 2014

¿NUNCA ES DEMASIADO TARDE?

Como se habrá percatado quien lo lea, este blog es generalmente un vocero del sionismo y de la cultura judaica y tiende a salir en defensa de todo lo que huele a judío, israelí o hebraico en general. No en pocas ocasiones ha mantenido posturas poco respaldadas por la llamada opinión pública mundial general y por la española, en particular.

Siendo esto como es, y pese a quien pese, nos sentimos con el derecho de dar un tirón de orejas al mundo judío, cuando éste así lo requiere. Sepan ustedes que en el judaísmo no hay santos, sino sólo justos -tzadiquim-, lo cual quiere decir que nadie es perfecto, ¿no?

Dicho esto, esta mañana nos hemos desayunado con un artículo del periódico Jerusalem Post en su edición inglesa, en el que se informaba de que una de las ramificaciones de la Agencia Judía apostaba por la “inversión” en el análisis genético de individuos no judíos a lo largo y ancho del mundo para, de este modo, al descubrir ellos su posible ascendencia judía, remota o no, escasa o no, llegar a subvertir la tendencia actual de animadversión del “mundo” hacia los judíos y hacia el estado de Israel. Se dice en el artículo que, así como el estado de Israel había invertido anteriormente en el área de la arqueología para demostrar con la extracción de restos arqueológicos la presencia ancestral del pueblo de Israel en el territorio que ahora ocupa su estado y así convencer al mundo de que, efectivamente, ése debe ser el suelo patrio para siempre, en estos momentos se debe invertir en lo que apuntamos anteriormente.

Sin embargo, también se señala en el artículo de manera clara que la Agencia Judía y el estado de Israel, por ende, no pretenden con ello hacer proselitismo, sino solamente hacer conscientes a los individuos de que, “fíjese, si su tatatatatarabuelo fue judío, usted debería ponerle un me gusta al estado de Israel” y listos. También se cita una fuente estadounidense que habla de la creciente simpatía de los hispanos por el estado de Israel, al descubrir éstos que tienen “antepasados judíos obligados a convertirse al catolicismo por la Inquisición española de la Edad Moderna”: ya. Pero esto es otro cantar que merece un aparte y de lo que sólo apuntaremos que nos parece mentira que a los llamados mesiánicos se les abra la puerta de la amabilidad -que no la puerta, no nos engañemos-, ahora que la situación postguerra deja al estado de Israel con el semblante muy afeado para el status quo mundial. ¿De verdad a las iglesias evangélicas mesiánicas sí y a los individuos que apuestan por el rigor científico no? Creemos que, en su afán por cerrarse a todo y a todos, a nadie se le ha pasado por la cabeza el diferenciar ambas cosas, lo cual nos parece triste e incluso chapucero.

Pues bien, para los que siempre hemos defendido al estado de Israel desde las trincheras de la familia, de los amigos, de los pueblos, de los estados europeos -y un largo etcétera que no viene al caso-, esta postura se nos antoja una salida a la desesperada, que llega tarde y mal por parte de un establishment judío -no hablamos de individuos, por supuesto- que tenía la puerta cerrada a cal y canto para los enemigos, pero, desgraciadamente, también para los amigos. Organizaciones como Shavei Israel eran ninguneadas por las instituciones israelíes que gestionaban los asuntos de la Diáspora y judíos militantes de la talla de Dori Lustron de Por Israel, se partían la cara periódicamente con determinadas instancias israelíes, por el rechazo de éstas a abrir, no una puerta, sino un resquicio al mundo no judío para temas que fueran más allá del mero turismo cultural.

En otras ocasiones hemos señalado de dónde proviene esta actitud de autodefensa del mundo judío y hemos manifestado comprenderla, dada la historia de este pueblo sobre la faz de la Tierra. No obstante, en estos momentos se impone el tirón de orejas, como mínimo, ya que somos muchos los que hemos sentido cierta frialdad, cierta mirada de desconfianza, por parte del mundo judío, cuando hemos tratado de entrar al zaguán de una casa que idolatrábamos por multitud de razones, sin mayores pretensiones de ser invitados a cenar.


Nunca es tarde, dicen los viejos del lugar, para aprender cosas en la vida. Ojalá este paso implique que se aprende una lección y no sea, como parece, una impostura superficial que pronto pasará de moda y donde se juzga en bloque y a bulto, pues cualquier camiseta de "I Stand with Israel" es bienvenida. Lo entendemos, de verdad, pero nos sigue entristeciendo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

HAPPY THANKSGIVUKKAH TO ALL!

Ayer fue un día singular en EE.UU., ya que su presidente, Barack Obama, aprovechó el tradicional acto de “indulto” a los pavos que no serán sacrificados en Acción de Gracias, para felicitar a los judíos la Janucá. Con su habitual perspicacia y verborrea -cualidades que hay que reconocer que tiene el mandatario-, acuñó un término propio: la “Thanksgivukkah”, ya que, raramente coincide el Thanksgiving norteamericano con la Fiesta de las Luces judía, que suele hallarse siempre más cerca de la Natividad cristiana.

El caso es que, sea dicho con más o menos convencimiento, lo que revela este término es la fabulosa koiné cultural o melting pot que está en la base de la mentalidad estadounidense y que tanto se echa de menos por estos lares, puesto que aúna la transversalidad cultural con el espíritu patriótico de “We are all Americans”. Así, todas las fiestas importantes de las “minorías mayoritarias” son felicitadas y todo el mundo participa en las celebraciones del vecino. No es extraño ver a niños baptistas en el Bar Mitzvá de sus vecinos judíos o a niños judíos atareados en la decoración de su clase con adornos navideños, igual de entusiasmados que los cristianos.

Es evidente que, tras estos convencionalismos sociales, también se encontrarán el desprecio o la indiferencia, barnizados con la típica hipocresía puritana -buen día para recordarlo- de los norteamericanos, pero no siempre. Y, aun en el caso de que esto fuera siempre así, vale la pena pasar por alto esta típica reacción humana de la inquietud frente a lo diferente en aras de que todos participen de la vida cotidiana de los demás. Estamos convencidos de que en la base de esta participación común en las celebraciones de los demás, un poso de amalgama e integración culturales va quedando en los individuos y en las sociedades. De hecho, EE.UU. no comenzó así su andadura como país, pero pronto descubrió que, si quería ser un país cohesionado, ése era el camino y no la creación de guetos para irlandeses primero, para italianos después o para hispanos en los últimos tiempos.

A propósito de esto y volviendo a Janucá, los macabeos no fueron, sin duda, los campeones del diálogo intercultural. Sin embargo, a su manera, les dijeron a los greco-sirios que el barniz helenista no podía ni debía ocultar la gloria de la cultura y de la religión israelitas, ya a las puertas del judaísmo del siglo I. Ellos lucharon denodadamente por la uniformidad cultural, pero, con el tiempo, y puesto que el helenismo era el “yankismo” actual, lo que consiguieron fue devolver el judaísmo a un Israel ya helenizado. Lo cual fue, en nuestra opinión, un acierto, porque cualquier judío de clase alta del siglo I acabó teniendo como lengua materna el arameo, pero como lengua de cultura el griego; como religión, el judaísmo, pero como filosofía interpretativa del mundo, la cultura clásica. Y, no nos engañemos, la rápida romanización de Judea y Samaria, sobre todo de Samaria, se debió sin duda al sustrato helenístico anterior que la soportaba. Aunque eso es otra historia...

Hoy, primer día de Janucá, 25 del mes de Kislev, después del encendido ayer de la gran Menorah en el Muro Occidental, algunos deseamos que “Un Gran Milagro Ocurra Aquí”, en nuestra vieja Europa, y especialmente en nuestra maltratada Sefarad, y que todos aprendamos que la integración cultural y el respeto al otro también pasan por acuñar términos en común y por estar aquí los unos para los otros y no ninguno para nadie, como viene siendo el caso en los últimos tiempos.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

UN NUEVO JARDÍN PARA SEFARAD

El pasado domingo 17 de noviembre, el programa Shalom, proyecto de comunicación de la Federación de Comunidades Judías de España que emite la 2 de Televisión Española, ofrecía un reportaje sobre el acto de inauguración del bautizado como Jardín de Sefarad de Ávila. Se trata del proyecto de rehabilitación del antiguo cementerio judío de la ciudad que ha sido descubierto, merced al hallazgo fortuito de unos restos humanos por parte de un niño de la zona. Ávila se suma así al conjunto de poblaciones españolas que han recuperado para la memoria y, desde otra óptica, para el cumplimiento de un precepto religioso judío, alguno de los cementerios que esta comunidad mantenía en suelo ibérico.

Si bien desde consideraciones artístico-culturales distintas y con mayor o menor fortuna en la preservación de los restos arqueológicos, la recuperación de estos antiguos “fonsarios” medievales ha contribuido al conocimiento de los ritos funerarios propiamente judíos, así como a una pequeña reparación del daño causado por los hechos que, culminando en la expulsión masiva de 1492, contribuyeron al olvido y al descuido de estos recintos de especial significación humana y religiosa.

Dejando a un lado las controversias surgidas entre arqueólogos y representantes religiosos judíos de la Jevra Kadisha a nivel europeo, lo cierto es que la generación de estos nuevos espacios públicos con posibilidades de divulgación de valores culturales e integradores debe ser visto como algo necesario, si se pretende dar pujanza y sentido a un patrimonio histórico-artístico que, en demasiadas ocasiones, prescinde de las realidades arqueológica e histórica para centrarse en imperativos turísticos y económicos, carentes de toda base real.

Vitoria, con su Judimendi, Segovia, con su Pinarillo, o diversos “montjuïchs” en Cataluña son magníficos ejemplos de cómo la ubicación, preservación e interpretación de los restos arqueológicos que la voz popular nos legó en forma de topónimos descriptivos son factibles y suponen un privilegio para las nuevas generaciones.

Aquellas poblaciones que conservan restos toponímicos fiables, a la par que datos en la documentación histórica, y que deseen optar por la inversión en patrimonio, sólo han de dotar de medios a los equipos arqueológicos y humanos que están deseando ponerse manos a la obra. Ejemplos de estas posibles recuperaciones y puestas en valor de restos materiales podría ser el proyecto que, en torno al bosque de Valorio de la capital zamorana, se ha intentado poner en marcha desde 2010 sin demasiado éxito. Asimismo, la excavación completa de la judería de Lorca, situada en una zona relativamente aislada y fuera del trazado urbano de la ciudad -con lo que no habría necesidad de alterarlo- podría culminar con la ubicación del cementerio judío, del cual los arqueólogos sospechan su situación y están a la espera de poder prospectar y excavar posteriormente.

En cualquier caso, y pese a las dificultades emanadas de la actual coyuntura económica, vaya nuestro reconocimiento para todas aquellas personas e instituciones que de manera sincera y altruista desean restituir a su verdadero lugar todo lo sagrado que un día se enterró en Sefarad y que hubo que abandonar a la carrera y con lágrimas en los ojos, camino de un exilio incierto.


jueves, 18 de julio de 2013

SEMBLANZAS DE TOLEDO II

II. DOÑA SITBONA.




La peste llegó a Toledo sin avisar a fines de la primavera e inicios del verano de 1349. No nos es dado imaginar, y ojalá nunca tengamos que asistir a nada semejante, lo que aquel brote infeccioso supuso para la ciudad, como había supuesto para todas aquellas tierras por donde había ido pasando con afán exterminador. Las noticias de gente que enfermaba y que moría a los pocos días debieron de ser constantes, así como la adopción de remedios más o menos acertados, dádivas y rezos para frenar su avance. Las familias escucharían atemorizadas las noticias de la muerte de sus vecinos y sólo los potentados abandonarían a la carrera la ciudad, convertida en una trampa mortal. Esta situación se repetiría también en los dominios del barrio judío y, pese a la mucha mitología que involucraba a sus habitantes en la extensión de la epidemia, lo cierto es que muchos de ellos sucumbían al mismo tiempo que sus vecinos cristianos y musulmanes. Tal fue la época que le tocó vivir a doña Sitbona, la mujer, dechado de virtudes, cuya lápida encontramos languideciendo, pero intacta con el paso de las centurias, en el pequeño jardín del recuerdo del Museo Sefardí de Toledo, antigua sinagoga de Samuel Haleví.

De su paso por esta vida terrenal, poco sabemos. Tan sólo que fue hija y esposa, únicos menesteres previstos para una señora de pro de estirpe judía de la época, y que su padre y esposo fueron sabios y protectores de la aljama. Sin embargo, llama la atención la belleza de la composición y la abundancia de alabanzas que se le dedican precisamente a una hija de Israel, cuya lápida sepulcral, maciza y elegante, parece haber sido concebida para resistir al paso del tiempo. Un tiempo y un destino que aquellos que la esculpieron no imaginaron tan largos ni azarosos. La lápida viajó desde la dignidad del cementerio judío, a lugares idolátricos, para llegar a la postre a descansar en una ubicación que para sí hubieran deseado los varones de su tiempo: la sinagoga de don Samuel Haleví, único vestigio de aquella época y de los pocos que quedan del verdadero pasado judío de Toledo.

Doña Sitbona fue quizás familia de Samuel Haleví, al menos eso podría indicar la filiación de su esposo. Viuda como era de uno de los hombres buenos de la aljama, organizó, a buen seguro, la asistencia a las familias damnificadas por la epidemia y enfermó como consecuencia de su contacto directo con las personas infectadas.

Un día de principios de junio de 1349, doña Sitbona quiso ir de nuevo al hospital comunitario a llevar ropa de cama limpia para los enfermos, acompañada por dos de sus sirvientas. Sus nueras se lo desaconsejaron vivamente, con lágrimas en los ojos, pues en aquel momento la virulencia de la mortandad se cobraba varias vidas cada franja horaria del día. Doña Sitbona era mujer de sólidos principios y la ayuda comunitaria a los pobres e impedidos era uno de los pilares de su vida desde que su esposo partió de este mundo. Cuando volvió a casa y, tras dar órdenes a las sirvientas sobre el guiso para el shabat que se aproximaba, empezó a sentirse mal y tuvo que recostarse en sus aposentos, de los cuales ya sólo salió sin vida al cabo de una semana. Para aquel entonces, una de sus sirvientas ya había perdido la vida y dos de sus nueras yacían en el lecho, víctimas de la calamitosa enfermedad.

Poca gente asistió a su cortejo fúnebre -apenas una decena de personas- teniendo en cuenta las muchas mitzvot que aquella dama había realizado en vida para su bienamada comunidad, pero es que la mortandad no daba tregua y eran pocos los que quedaban sanos en la vecindad de esta reputada señora. Uno de sus hijos, Yitzjak Haleví ben Meir Haleví, encargó para ella la lápida que hoy conservamos, consciente de que muy pocos la acompañarían al camposanto, mesándose los cabellos. Quiso que en ella constaran las altas obras y las bondades que habían adornado a su madre y la alcurnia de la que descendía, así como la razón de su fallecimiento, que no aparecía en el otro centenar de nuevas lápidas que jalonaban el cementerio. Gracias a este celo por hacer pasar a la posteridad la memoria de su madre, hoy sabemos que fue una noble dama y que la gran mortandad, como se menciona a la epidemia en la época, acabó con su vida terrenal en el mes de Siwan de 1349, según reza su epitafio mezclando curiosamente el mes judío con el año civil. Haciendo gala a su nombre -sit bona!-, podemos decir que, sin duda, fue una buena vecina de Toledo, de bendita memoria.

sábado, 23 de febrero de 2013

EL PARADIGMA FEMENINO POSITIVO EN LAS RELIGIONES: LA REINA ESTER Y LA THEOTOKOS

En la Edad Media de los reinos hispánicos, los judíos guardaban con especial celo dos ayunos anuales: el grande o Yom Kippur y el de la Reina Ester, en vísperas de Purim. De hecho, cuando muchos judíos renunciaron a la fe de sus padres para convertirse forzadamente o no al cristianismo, sus hijos y nietos siguieron guardando el día y el ayuno, desconociendo en ocasiones por qué lo hacían.

Es una realidad que el ser humano se siente más acompañado en su paso por la vida con un padre y una madre. En este sentido, como preparación para el día en que desaparezcan los padres terrenales por ley existencial, el padre y la madre celestiales adquieren especial relevancia. El judaísmo rabínico -privado como está de figuras sobrenaturales fuera del Eterno- purgó a la religión israelita de los excesos primitivos de permitir una madre, pero acabó viéndose necesitado del paradigma femenino sufriente y salvador, encarnado para muchos especialmente por la reina Ester.

Por su parte, el cristianismo, pasada la fase primitiva y de contenido y tradiciones explícitamente judíos, acabó elevando a la Theotokos, o madre de D'os, a la categoría de madre y abogada de todos los creyentes. Pese a la distancia que los fieles de una y otra religión puedan poner entre ambas creencias, el hecho es que la psique humana fabrica paradigmas similares para determinadas categorías espirituales o sobrenaturales que le sirven de apoyo en este valle de lágrimas.

Cuando la reina Ester salva a su pueblo por medio de la inmolación de su individualidad, y provista únicamente de fuerza espiritual, queda inscrita para siempre en la mente y en los corazones de los judíos como mediadora ante el Eterno por los hijos de Israel. Cuando la doncella judía Mir'am pone su vida a disposición del Eterno, privándose no sólo de su libertad de elección, sino también y, a la postre, de su hijo bienamado para la salvación del pueblo, la gesta es capaz de subirla a las alturas. Y es que, en el fondo, ambas encarnan el arquetipo femenino considerado positivo por las religiones: el de la doncella humilde y sumisa a D'os que, renunciando a sí misma, alcanza el bien último para su nación de hijos descarriados.

Jag Purim Sameaj!

sábado, 1 de diciembre de 2012

LUMINARIAS EN EL SOLSTICIO DE INVIERNO

Desde la más remota antigüedad, el ser humano sabe, por experiencia de especie, que hacia el último mes de nuestro año gregoriano, el sol va desapareciendo cada día antes y la noche va ganando su partida paso a paso, hasta convertir el día más corto del año en un suspiro de luz, registrándose el atardecer poco después del culmen del día.

En los albores de esto que hoy llamamos Humanidad con mayúsculas, el asustadizo homínido de las cavernas que fuimos llegó a pensar que, si no hacía nada por remediarlo, el astro rey desaparecería por completo un día y no volvería a amanecer jamás. Este miedo irracional le condujo a la creación de una amalgama de prácticas mágico-religiosas, que, con el fuego como protagonista, intentaba, por un lado, recrear la luz natural y, por otro, asegurarse de que ésta volviera, a no tardar.

Esos festivales de las luminarias tomaron diversas formas, dependiendo de las culturas, pero, a la postre, se convirtieron en rituales sagrados, sin los cuales el género humano se sentía perdido y al borde de la extinción irremediable por falta de luz. No hay que olvidar que la mayor parte de los panteones sagrados ancestrales tienen al sol como dios central y padre de la vida.

El tiempo siguió avanzando por regiones y adaptándose a nuestros calendarios, pero aquí y allá se siguieron recreando los mitos, cuyo centro era el sol y la preparación de su venida: desde el Inti Raymi de los incas, pasando por el Yalda del mitrismo iraní, hasta llegar a la primera Roma de las Saturnales y, después, a la del Sol Invicto, todo evoca esta necesidad vital del ser humano y su deseo imperioso de que el sol renazca. Hasta la Janucá judía de la época del Segundo Templo, con su goteo diario de luz en cada brazo de la menorá, debió recoger tradiciones israelitas anteriores y dotarlas del carisma de los Macabeos para que perdurase en el tiempo y no fuese podada del futuro  árbol del judaísmo rabínico.

Luz, renacimiento, esperanza y buenos deseos: ¿nos suena de algo, verdad? Renuncio a traer y llevar de nuevo el cargamento de objeciones que la Natividad, vulgo Navidad, suscita en el purista. Lo que quiero es, de alguna manera, recordar que en el fondo no hemos cambiado tanto y que quizás deberíamos, de vez en cuando, bajarnos de nuestros pedestales digitales y urbanitas para reconocer que durante unos cuantos días del año albergamos en nuestras almas un desasosiego creciente ante el temprano atardecer y un temor, como vago, lejano, pero presente, de que el astro rey pierda la partida esta vez y nos deje sumidos en las tinieblas del Mummer's Day de los galeses: día de oscuridad. Por eso, y en ausencia de hogueras encendidas en las encrucijadas, llenamos nuestras casas, nuestras calles, nuestros trabajos y nuestras vidas de luces grandes y pequeñas que nos hacen más llevadero el tránsito al renacimiento.

Por la luz y el renacimiento.

domingo, 18 de noviembre de 2012

NO HAY NADA QUE HACER

El conflicto de Oriente Medio es cíclico. La situación que nos toca vivir estos días se reproduce cada pocos años y no parece haber mucha solución. Pese a los esfuerzos del contendiente más civilizado de los dos, todo, absolutamente todo vuelve siempre al mismo punto, tanto dentro como fuera del campo de batalla. Así, por enésima vez, el panorama es el siguiente:

La organización terrorista islamista Hamás, que gobierna la franja de Gaza, ataca a Israel lanzando sus proyectiles salidos del horno iraní de Ahmadineyad. Esta vez, los mal llamados “cohetes” llegan más lejos que nunca, haciendo sonar las sirenas en Tel Aviv e incluso en la capital del estado judío, Jerusalén, donde no se escuchaban desde 1992. Los proyectiles de Hamás son lanzados contra la población civil israelí, causando la muerte de tres personas.

La respuesta israelí no tarda en llegar. ¿Acaso cabría esperar que un país atacado no defienda a su población del fuego vecino? El ejército israelí bombardea posiciones palestinas, centrándose en sus objetivos militares. Pese a las dificultades para llevar esto a cabo, Israel intenta minimizar el impacto de sus ataques en la población civil de la franja. Para ello, la aviación israelí lanza desde el cielo de Gaza miles de folletos informativos en los que se pide a los gazatíes que se alejen de las posiciones de Hamás. Del mismo modo, las fuerzas de defensa israelíes realizan llamadas telefónicas a las familias palestinas de la franja, para alertarlas de la situación. Tras estos prolegómenos, Israel lleva a cabo su respuesta militar. El número de bajas civiles provocadas es necesariamente mayor que el de bajas sufridas, debido al nada desdeñable hecho de que Hamás acostumbre a abrir fuego contra Israel desde hospitales, colegios o guarderías.

Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, condena con la boca pequeña los ataques de Israel, pero en el fondo no parecen preocuparle demasiado, pues nada le allanaría más el camino hacia el control exclusivo de los territorios palestinos, que la desaparición de todo miembro o partidario de Hamás, con los que Al Fattah está literalmente en guerra fratricida.

Las revueltas en los países árabes no tardan en producirse. En ellas, las turbas enfervorecidas claman por la destrucción y aniquilación de Israel y de los judíos en general.

La Comunidad Internacional pide a ambas partes el cese de las “hostilidades”, pero sin atreverse nunca a mediar equitativamente en el conflicto.

Las ideólogos progresistas de medio mundo, cegados por su  incapacidad para ver el dolor israelí, acaban posicionándose consciente o inconscientemente, pero siempre de forma paradójica, del lado de la organización terrorista islamista Hamás, que no sólo representa unos valores opuestos a los suyos, sino que es además responsable de abrir fuego primero, iniciando así la guerra.

Los ideólogos conservadores, por contra, cegados por su animadversión hacia el elemento musulmán, cometen el error (también consciente o inconscientemente) de tomar la parte por el todo, culpando del conflicto a todos y cada uno de los palestinos, al mundo árabe en general, o incluso al Islam como concepto, perdiendo de vista que los únicos culpables del ataque militar a Israel, son los que lo llevan a cabo, es decir, los terroristas de Hamás.

La gran mayoría de medios de comunicación europeos rescata del baúl todo su arsenal de técnicas demonizadoras de Israel, ocultando, soslayando, obviando o minimizando (en el mejor de los casos) el daño que provocan los ataques palestinos. ¿Por qué lo hacen? Nunca lo sabremos, aunque imagino que debe de ser una gran losa en la conciencia el saberte propiciador o cuanto menos, auspiciador de todo un holocausto contra un grupo humano concreto, en pleno siglo XX. Dado que el genocidio, es por su naturaleza injustificable, supongo que como agresor te debe apetecer que tu víctima al menos tenga la culpa de algo. Si a ello le sumamos la dependencia del petróleo árabe de países como el nuestro...

Los miembros de las ONGs, movimientos antisistema y partidos políticos de izquierda radical, que aún no se han manifestado por el verdadero genocidio que Bashar Al-Assad está llevando a cabo en la vecina Siria, se apresuran (secundados por las élites progresistas intelectualoides del mundo de la “cultura”) a tomar las calles ataviados con sus desempolvadas pancartas anti-Israel. Y digo bien, desempolvadas, viejas, no de nueva creación para la ocasión, como se pudo constatar por el lema de la pancarta de una de las jóvenes que ayer se manifestaban en Barcelona:  "No en mi nombre" ¿...? Cabría explicarle a la susodicha, que en su nombre no se está llevando a cabo ninguna guerra, pues España (o Cataluña, como ella prefiera) no están militarmente involucradas en la contienda. En su nombre, eso sí, el gobierno español donó hace poco tiempo, seis millones de euros a Gaza (los mismos millones que de parados en España), a modo de ayuda humanitaria. Ni que decir tiene, que el gobierno de Gaza, es decir, la organización terrorista islamista Hamás, los utilizó para forrarse de armas hasta los dientes e iniciar así una nueva guerra santa contra Israel.

Mucha otra gente, que por falta de interés en el tema, desconoce la situación real, juzga más adecuado posicionarse del lado palestino, haciendo gala de esa tendencia natural del ser humano a sentirse más próximo al débil que al fuerte. Y como su desconocimiento radica en la la falta de interés, pues tampoco se paran a cuestionarse si esa debilidad palestina es tal. Desde luego, en los medios de comunicación, la fuerza/debilidad de los contendientes es simétricamente opuesta a la que ambos poseen en el campo de batalla. Y eso cuenta mucho. Que se lo pregunten a los israelíes.

La gente cercana a uno, que suele pertenecer al grupo anterior, te intenta hacer ver, sin mala intención, "el genocidio que los judíos están llevando a cabo con los palestinos”, mientras que un servidor, que a estas alturas ya casi da por imposible el entendimiento, intenta evitar el tema a toda costa, para no acabar a también golpe de misil con la gente apreciada o querida.

Señores, que nadie se equivoque, que esto es muy sencillo. Mientras la gente no quiera entender que Israel es un país absolutamente normal, un estado democrático como cualquier país de Europa, pero rodeado de teocracias islamistas que que lo atacan militarmente cada dos por tres...  Mientras la gente no quiera entender que Israel sólo quiere que el mundo le deje en paz de una vez por todas y para siempre... Mientras la gente no quiera entender que Israel no ha empezado ni una sola de las guerras en las se ha visto involucrado, aunque las haya ganado todas... Mientras la gente no quiera entender que Israel tiene el mismo derecho a defenderse del sistemático ataque militar vecino, que tendría España de defenderse de un hipotético ataque militar francés, portugués o marroquí...

Mientras la gente no quiera entender todo esto, sencillamente, no hay nada que hacer.

martes, 25 de septiembre de 2012

KAL NIDRE

Dejando que el arameo resuene en la apertura de otro Yom Kippur que llega, formulamos un deseo de envolvente energía renovadora para todos aquellos que creen que deben ayunar y para todos los que mañana trabajarán, para los que están a punto de pronunciar la plegaria y para los que no saben de su existencia, para los judíos y para los no judíos.

Por todos ellos y por todos nosotros, el jazan y la congregación están a punto de recitar: 

"Será perdonada toda la congregación de los hijos de Israel y también los forasteros que habitan entre ellos, porque de todo el pueblo fue el pecado involuntario".



sábado, 28 de julio de 2012

SEMBLANZAS DE TOLEDO

I. SAMUEL HALEVÍ ABULAFIA.

Dice Yitzjak Baer en su enciclopédica y fundamental Historia de los judíos en la España cristiana que, cuando detuvieron a Samuel Haleví y a todos los miembros de su familia en 1360, los enviados reales se incautaron, entre otros muchos bienes materiales, de ochenta esclavos musulmanes, que eran propiedad del magnate. La anglófona Jewish Enciclopaedia, por su parte, se hace eco de esto también y desgrana con minuciosidad todo lo que, estando en posesión de la familia Haleví, fue decomisado en las horas que siguieron a la detención y posterior encarcelamiento del, hasta entonces, poderosísimo tesorero real de Pedro I. Un tesoro digno de la alta nobleza de aquel entonces, que consistía, entre otras muchas pertenencias, en nada menos que ciento noventa mil doblones de la época, veinte cajas repletas de joyas y ricas telas y multitud de tierras en los aledaños de Toledo y de Sevilla.

De este singular estadista judío, cuya trayectoria política y profesional constituye, sin duda, una de las cimas de su pueblo en la vieja Sefarad y, quizás, por su cercanía con los funestos sucesos de 1391, un esplendoroso canto de cisne, poco sabemos a nivel personal. Las fuentes sitúan su nacimiento en torno a 1320 y su trágico final en noviembre de 1360, pero escasos son los datos que nos dibujan algo más que lo estrictamente público del personaje, lo cual no es poco, dada su condición judía.

En el Toledo de la época y de la Edad Moderna, quedaron reminiscencias toponímicas relacionadas con este personaje, toda vez que se hablaba del “palacio del judío”, en las inmediaciones de la actual sinagoga del Tránsito, en tiempos, de Samuel Haleví, ya que fue su munificencia la que posibilitó la obra. Asimismo, fue su poder en la entonces corte el que hizo posible que esta sinagoga fuera esplendorosa en ejecución y compitiese en envergadura con algunas iglesias toledanas, saltándose la ley cristiana en este sentido. Damos por hecho que, si el mecenas hubiera sido otro, con menos poder en el sancta sanctorum del rey y de su concubina, doña María de Padilla, probablemente hoy en día no disfrutaríamos de la presencia, siempre impactante, de este gran edificio.

Don Samuel perteneció a la aristocrática estirpe de los Abulafia Haleví, avecindados en Toledo probablemente desde los tiempos de Alfonso VI o, quizás, antes, junto con las estirpes de los ben Waqar y de los ben Shoshan, o Abenxuxen. No olvidemos que el Toledo andalusí contaba con muchas familias judías, que, tras la conquista cristiana, decidieron quedarse y probar suerte como traductores y notarios públicos, por su extenso conocimiento del árabe, como almojarifes -tesoreros, recaudadores- o alfaquim -médicos- y, en fin, como conocedores e intérpretes del viejo orden musulmán para los nuevos dominadores cristianos. Sin su aportación, muchas veces resaltada, pero pocas veces comprendida, los reyes cristianos hubieran tenido que prescindir del refinamiento institucional, cultural y social de Al-Andalus, pues los repobladores cristianos que estos reyes trajeron a las nuevas tierras, recios campesinos de la meseta como eran, poco habrían podido aportar en esta dirección.

Así pues, don Samuel debió estar emparentado con grandes figuras de la judería toledana, entre las que podemos destacar al rav y juez mayor de la aljama, Todros ben Yosef Haleví Abulafia, de tiempos de Alfonso X el Sabio, o al poeta Todros ben Yehuda Haleví Abulafia, que describió en sus poemas la relajación moral de la aljama de su tiempo y que llegó a ser discípulo del rabino Yona Girondí de Gerona.

Siendo como era un aristócrata judío, si se nos permite la licencia, estaba llamado a desempeñar un papel central tanto en los círculos de la corte cristiana, como en el interior de la propia aljama. Y así fue como llegó a ser almojarife mayor del reino -tesorero mayor-, diplomático y hombre de confianza del malogrado Pedro I, el último de los reyes de la antigua dinastía castellano-leonesa. No obstante, y como su condición determinaba en gran medida, cayó en desgracia súbitamente y el final de su vida y de la de sus familiares fue trágica, precipitándose al vacío desde lo más alto.

En la actualidad, y con la restauración de la Casa Museo del Greco, han salido a la luz unos subterráneos que debieron pertenecer a la casa palaciega de don Samuel. Se trata de dos niveles, que aún siguen excavándose, pero que ya son visitables y que se encuentran en los jardines del museo mencionado, frente a la antigua casa del marqués de la Vega-Inclán.

En la visita, su oscuridad concita el misterio que rodeó la vida de este emblemático personaje de Toledo, al menos para la posteridad, que nunca sabrá el porqué de su caída en desgracia. Aunque quizás también para sus contemporáneos fuera misterioso un desenlace tan abrupto y truculento como colofón a tan brillante trayectoria vital. Ninguno de sus coetáneos pudo entender entonces por qué alguien que había llegado tan alto, había caído en desgracia de tal manera que nada ni nadie pudo arrebatarle a las mazmorras reales sevillanas, donde fue torturado hasta la muerte, víctima de una conspiración orquestada por judíos, que nunca pudo aclararse.

No hace mucho, el ayuntamiento de Toledo ha tenido a bien colocar una efigie del que pudo ser don Samuel frente a las que fueron su casa y su sinagoga. Se trata de una efigie de mirada dura e impenetrable, que, junto a una Torah simbólica, parece custodiar el espacio de sus antiguas habitaciones y las de sus correligionarios. Un semblante que parece retener algo de la fuerza de aquella personalidad arrolladora y dominante que debió de ser don Samuel Haleví Abulafia, un castellano más, de bendita memoria.

domingo, 6 de mayo de 2012

BENZION NETANYAHU: IN MEMORIAM

La mañana del pasado lunes 30 de abril nos dejó en Eretz Israel el profesor Netanyahu, zijrono li'beraja, a los 102 años de edad. No por esperado, dada la avanzada edad que tenía, deja de sobrecogernos el fallecimiento de este polifacético ser humano, que para Occidente eclipsa la mediática figura de su hijo, Bibi Netanyahu.

Hijo de rabino polaco sionista, llegó a Eretz Israel mucho antes de la creación del estado moderno y, con el tiempo, se convirtió él mismo en líder del movimiento sionista revisionista, llegando a ser secretario del propio Ze'ev Jabotinsky. Militó y creyó hasta el fin en el tan denostado concepto del Gran Israel (Eretz Israel Hashlemah) y entregó un hijo para la causa, cuando su primogénito Yonatán fue asesinado, mientras lideraba la operación Entebbe de 1976, convirtiéndose así en un héroe para sus conciudadanos.

Sin embargo, y en nuestra modesta opinión, si por algo debe ser recordado el profesor, es precisamente por su gran aportación a la investigación histórica de la comunidad judía medieval en tierras hispanas, esto es, a la Edad de Oro de los judíos en Europa, que se desarrolló en la vieja Sefarad.

Su gran aportación consistió en matizar y revisar hasta la saciedad todo el trabajo anterior y en dotarlo de una nueva y valiente visión, que, precisamente por osada y adelantada a su tiempo, le valió numerosísimas críticas y le granjeó la antipatía de no pocos estudiosos de la materia. Y es que, en un alarde de conocimiento de la naturaleza humana y, como decimos, a través de una exquisita revisión y estudio de las fuentes, el profesor determinó que el carácter de la judeofobia patria no tuvo nada que ver con la supuesta ola de judaizantes predicada por propios -caso del profesor Baer- y extraños -caso de los historiadores españoles-, sino que obedeció a una simple cuestión de racismo. ¿Nos suena de algo? El caso es que el profesor Netanyahu se atrevió además a poner en tela de juicio la supuesta fidelidad de los conversos a su ascendencia e identidad judías y a muchos de ellos los supuso asimilados ya en la segunda generación posterior a los pogroms de 1391, lo cual fue imperdonable para muchas figuras sobresalientes de su pueblo, así como para muchos teóricos de la mentira histórica y la novela rosa.

Osado y valiente, fue denostado por unos y por otros tanto en lo político como en lo académico. Nosotros nos quedamos con la totalidad de lo que fue su vida. Una existencia llena de aciertos y de desaciertos, ya que es la imperfección lo que nos hace humanos y él desarrolló su humanidad en todos los aspectos de una larga vida. No obstante, creemos que es la pasión por lo que consideramos nuestro lo que nos acerca a la posteridad y estamos seguros de que de eso, y pese a su apariencia de viejo profesor despistado de película de Spielberg, andaba sobrado Benzion Netanyahu.

Hasta siempre, desde la vieja Sefarad, descubierta y reinventada por usted, querido profesor.

sábado, 5 de mayo de 2012

AJAREI MOT-KEDOSHIM: SANTOS Y SEPARADOS

La parashá de esta semana, como algunos años ocurre, está formada en realidad por dos parashiot. La de “Ajarei-Mot” y la de “Kedoshim”. La razón de su unidad no es otra que la ubicua presencia en las mismas del concepto que las sintetiza: la santidad, con mayúsculas y con minúsculas. No olvidemos que el Eterno la predica de sí mismo también.

Por supuesto, con esta explicación no descubrimos nada que no esté desmenuzado en todas las fuentes disponibles. Tampoco añade nada decir que la santidad se interpretaría tanto por los tannaítas  como por las fuentes rabínicas posteriores como “separación”. Así lo testimonió Rashi en la Edad Media; sin duda, heredero de una tradición bien conocida por sus antepasados.

Lo que nos interesa resaltar es la trascendencia de este concepto para la posteridad. Tanto para el pueblo de Israel como para su heredero apócrifo, el cristianismo. Para Israel, para el pueblo judío en definitiva, se trataría de su manera de “estar” en el mundo de ahí en adelante. Para el cristianismo, que se atribuye, no sin cierta impudicia, el ser el verus Israel, la invención o el perfeccionamiento de nuevas formas en la vía de la espiritualidad, como son el ascetismo y el monacato, ya sea masculino o femenino.

Evidentemente, la  santidad por la separación, interpretada por unos primero y por otros después, es un concepto diferente y, en muchos casos, hasta divergente. Los hijos de Israel se separan del mundo, pero permaneciendo en él, ya que mantienen todos los postulados de una vida secular y, al mismo tiempo, la cargan de límites y de barreras para alejarla lo más posible de lo mundano. Y eso, toda vez que la separación extrema, habiendo existido, como por ejemplo en el caso del mundo esenio, había resultado un fracaso. Al menos, es ésta la explicación del mundo rabínico al colapso de las múltiples formas de judaísmo de la época del Segundo Templo que no fueran la superviviente y rediviva de Yavneh: pero es otra historia que merece un aparte. Los hijos de la Iglesia, por su parte, acaban separándose de lo humano, en una vana pretensión de ser algo así como seres angelicales: sin sexo y sin ego, negándose a sí mismos para llegar a D'os.

Se trata en ambos casos de un concepto muy bello, pero, como decimos, muy poco humano. Objetarán los teóricos del rabinismo que su forma es más asequible y, por tanto, más verdadera: sin negar al hombre, como los sacerdotes y monjes cristianos, se acercan, sin embargo, a D'os por su estricta observancia de prohibiciones y a través del cumplimiento de las mitzvot. No les falta razón, pero se olvidan de una cuestión para nada insignificante: se alejan de su prójimo, entendiendo como tal al “no judío”. Y eso, en nuestra humilde opinión, deshumaniza en igual medida que el negarse a uno mismo, tal como D'os nos ha creado. Ese Creador, cuyo propósito al dotarnos de una determinada naturaleza, sea que experimentemos la imperfección para, una vez asimilada, poder iniciar el camino de la perfección que, seguramente, al final de un largo recorrido, nos espera.

domingo, 8 de abril de 2012

PESAJ, PASJA, PASCUA

En estos días, se celebran las pascuas judía y cristiana, puesto que ambas están ligadas al plenilunio primaveral y, pese a los esfuerzos de la Gran Iglesia por distanciarlas, siempre acaban rondándose la una a la otra.

El pueblo judío conmemora su salida de la esclavitud de Egipto, con la ayuda del Todopoderoso, que lo sacó “con mano fuerte y brazo extendido” y los cristianos, la muerte y resurrección del Hijo de Dios, venido al mundo para sanarlo de sus pecados.

En ambos casos, y pese al significado que el judaísmo rabínico y el cristianismo ortodoxo le han dado a la celebración, se trata en realidad de una festividad que ha amalgamado varias otras más antiguas y que, finalmente, ha sido coronada con el simbolismo más elaborado de cada una de las confesiones, que suele ser el más sofisticado.

Los agricultores cananeos festejaban el plenilunio primaveral, ofreciendo panes ácimos, amén de otras primicias, a la naturaleza deificada, que había tenido a bien concedérselas. Los ganaderos de la región, por su parte, mataban un cordero, que ofrecían a los dioses-demones de sus creencias politeístas, y aspergían con su sangre las jambas de sus tiendas para así protegerlas. Si es verdad que hubo un grupo humano que salió de Egipto en pos de su libertad, allá por los estertores de la Edad del Bronce, aquel grupo, una vez en Canaán, unió su experiencia liberadora a aquellas ya existentes, para conformar después una fiesta de peregrinación y ofrenda al templo de Jerusalem y una rica fiesta de purificación y de fortalecimiento de la identidad, una vez que éste dejó de existir y el judaísmo rabínico ocupó el lugar del sacerdotal.

Cuando el advenimiento del judaísmo nazareno, que daría paso al cristianismo, al Pésaj judío, se superpuso la significación de que el cordero pascual, toda vez que el Templo ya no existía, era el propio Jesús, el cual, aunando en sí la vocación de Pésaj y la de Yom Kippur, se sacrificaba voluntariamente para redimir las culpas de la humanidad escrita con mayúsculas. Así pues, se creaba una Nueva Alianza, ya que la que marcó la salida del pueblo judío de Egipto, en la que D'os lo sacaba de una vida de esclavitud para llevarlo a una de libertad en la Tierra Prometida a los patriarcas, había quedado obsoleta. Sin embargo, el significado no desparecía, sino que se fortalecía. La esclavitud del pecado daba paso a la libertad del hombre nuevo, renacido por efecto de la Resurrección del Hijo de Dios Altísimo.

Podemos concluir, con bastante humildad, que en lo humano nunca hay nada nuevo bajo el sol -citando a otro gran e imprescindible libro de la sabiduría judía- y que, en el fondo, somos mucho más parecidos al hombre primitivo de lo que creemos. Aquel hombre que se sorprendía, como nosotros ahora, quizás, con la contemplación de la grandeza del plenilunio primaveral, sentado a la puerta de su tienda de pastor nómada.

martes, 20 de marzo de 2012

ESTO ERES TÚ, EUROPA

Los judíos construyen muros para dividir y aislar...
Los judíos son los causantes del hambre el el mundo...
Los judíos masacran a los palestinos...
Los judíos bombardean hospitales y colegios...
Los judíos “tienen el monopolio de...”
Los judíos son los causantes de 11-S...
...y seguramente, también del 11-M.
Los judíos quieren el control del petróleo a nivel mundial...
Los judíos raptaban niños para matarlos en ritual y beberse su sangre...
Los judíos mataron al Señor...
Los judíos se han inventado un holocausto que nunca existió...
Los judíos son culpables de la crisis mundial...
Los judíos son los causantes de todas las guerras...
Los judíos conspiran contra la humanidad desde las sombras...
Los judíos deciden nuestros destinos...

Los judíos, los judíos, siempre los judíos, porque... Los judíos dominan el mundo.

Pero al mismo tiempo “el pueblo judío no existe ni existió jamás, es una invención”.

Esto eres tú, Europa. Esto has sido siempre. Tú has creado todo esto. Tú te encargas, a diario, de mantener viva la llama de esa judeofobia que creaste hace ya tantos siglos... ¿Y ahora te llevas las manos a la cabeza por lo sucedido en la escuela judía de Toulouse? ¿De verdad te sorprende? No, no te sorprendas, viejo continente, pues tú eres el único culpable de estas muertes. De éstas, de los millones de ellas que causaste antes, y de las que todavía están por llegar. Por eso existe Israel. Allí a nadie le sorprende lo sucedido este fin de semana. Sin embargo, los israelíes nunca titularán en sus periódicos “Europa mata a tantos judíos (más)”. ¿Te suena? Esto eres tú, Europa:



jueves, 22 de diciembre de 2011

LA SINRAZÓN LLEGA A TODAS PARTES

El gran músico irlandés afincado en Grecia, Ross Daly, director del centro de música Labyrinth Musical Workshop, en la isla de Creta, ha publicado recientemente una carta en la web de dicho centro, en la que relata un pequeño incidente ocurrido allí este año, durante uno de los seminarios que el centro realiza. El seminario en cuestión, era sobre laúd árabe y estaba impartido por un joven y talentoso laudista egipcio, el cual, se negó rotundamente a impartir sus clases a tres de los alumnos matriculados. ¿La razón? Eran israelíes.

Un sorprendido Daly (según sus propias palabras, nunca antes el centro había tenido un conflicto de esta índole) intentó razonar con el músico/profesor y hacerle recapacitar, con el fin de que todo pudiese desarrollarse con total normalidad. Sin embargo, éste no cedió, aduciendo que pese a no tener nada personal contra los tres chicos israelíes, sus principios no le permitían enseñarles. Ya conocemos de sobra la cantinela: "Israel hostiga a los pobres hermanos palestinos..." Al fin y al cabo, no es más que otro caso más de antisemitismo disfrazado de antisionismo. Sólo que en este caso, los tres alumnos israelíes no habían abierto la boca en ningún momento para manifestar si eran muy, poco o nada sionistas. ¿Y qué si lo son?

El caso es que, para no tener que suspender el seminario, a Daly no le quedó más remedio que explicarles el caso a los tres estudiantes israelíes, pedirles todas las disculpas del mundo, devolverles todo el dinero de sus matrículas y alojamiento y, como compensación, permitirles asistir gratuitamente a todas las demás clases que se realizaban en el centro durante esa semana.

Sea como fuere, este pequeño pero desagradable incidente nos sirve para constatar dos cosas. En primer lugar, que una vez más son siempre los israelíes los que tienen que tragar y hacer el esfuerzo por comprender al otro, mientras nadie nunca se toma la molestia de intentar comprenderles a ellos. Y en segundo lugar, que es un error circunscribir el antisemitismo únicamente a las grandes manifestaciones o proclamas de muchos personajes, organizaciones o gobiernos. El antisemitismo es algo mucho más tangible y cotidiano. Está aquí, entre nosotros, y puede aflorar en cualquier momento. Hasta en el lugar, momento y situación menos esperados. Incluso en un simple seminario sobre música.

lunes, 5 de diciembre de 2011

¿IDOLATRÍA?

Ha muerto el Rab Nosson Tzvi Finkel, popular y estimado rabino ortodoxo de origen estadounidense y cabeza de la famosa Mir Yeshivá. Descanse en paz.

No relataré ahora su vida, pues para eso están la wikipedia y un sinfín de fuentes más. Simplemente hago referencia a su fallecimiento para cuestionar la parafernalia que ha conllevado y las controversias que el tratamiento de la noticia ha generado, una vez más, entre la comunidad más ortodoxa, que por criticar, ha llegado a criticar el hecho de que el Jerusalem Post publicase la noticia un día después de producirse. Parece que cuando quieren, los más ortodoxos sí leen periódicos o utilizan la tecnología...

Sólo hay que ver las fotos del funeral para darse cuenta de la magnitud del acontecimiento: cien mil personas portando el cadáver del rabino, envuelto y sobre una camilla, desde su casa hasta su Mir Yeshivá.








Dadas las circunstancias, me pregunto por qué todo esto. Entiendo perfectamente que el Rab Finkel fuese uno de los rabinos más importantes, queridos y carismáticos, y estoy seguro de que su pérdida deja un recuerdo imborrable y un hueco quizás imposible de cubrir. ¿Pero es necesario volverse locos por ello y andar paseando el cadáver envuelto y encamillado por todo Mea Shearim? Por favor, respetemos a los muertos y dejémoslos descansar, que la manera de la que se ha procedido es más propia de los árabes que de los judíos.

Aún más: creo sinceramente que es muy importante que las manifestaciones de cariño, apego, o incluso amor a una persona, por grande que ésta sea, no sobrepasen nunca cierto límite. Pues a menudo corren el peligro de convertirse en actos de idolatría. Sí, idolatría. Como peregrinar a Umán cada Rosh Hashaná a visitar la tumba de Najman de Breslov... Como dejar de cumplir un montón de mitzvot realmente importantes (¿amar al prójimo?) para cumplir a rajatabla 3 o 4 de ellas, rozando lo enfermizo... Como poner el Kotel o la Torá, consciente o inconscientemente a la altura de Dios...